Hace un año, comencé a fotografiar la vida nocturna y el movimiento drag en esta ciudad. Gracias a la experiencia que eso me ha traído, he podido conocer artistas increíbles, de ver performances espectaculares, y ser testigo de su crecimiento.
Para mucha gente mi trabajo puede quedarse en eso: tomar fotos.
Pero para mí, se trata de congelar el tiempo que quisiera que fuera eterno; ese segundo cuando la gente se olvida de su trabajo, de la política, de las críticas, de los miedos y decide ser libre, bajo el manto que solo la noche y la complicidad de otros ofrece.
Es guardar los momentos que jamás se repetirán, cuando nosotros, que ahora somos jóvenes nos hayamos convertido en viejos; veremos como un recuerdo del momento en el que decidimos ser libres, inspirar a otrxs a serlo y ser valientes, en una sociedad que creíamos cerrada; pero que poco a poco se ha ido abriendo a la experiencia que ofrece la otredad que significamos.
Fotografiar por un año es un trabajo de archivo histórico, es una memoria colectiva, es narrar los hechos que algún día serán “el pasado” y que podrán servir para que otros averigüen qué pretendíamos ser, decir y expresar.
Invito a todos los creadores hablar sobre los temas LGBT, no solo en el mes del pride, sino como una bandera que permee todo lo que hacemos, porque nacimos con esa mancha, con esa bendición, con es particularidad.
Ser diferente siempre implica perder aceptación, pero la libertad que se gana es muchisímo más grande. Si pertenecen a la diversidad sexual, generen memoria de su lucha, de su inspiración y de su vida diaria. Nombrarnos es existir, resistir y permanecer.
He seleccionado las que considero mis mejores fotografías, no en el sentido estético, sino por lo que transmiten en su totalidad.
Es imposible que alguien pueda ver el mundo igual que otro, pero es probable que, con una foto, tengan una pista de lo que yo veo cuando lxs veo.